martes, 13 de mayo de 2008

Por fin... hemos ganado...

Después de tres semanas esperando a que nos diesen respuesta, sin que nos dijesen qué pasaría realmente con nuestro empleo, sin que nadie se molestase en siquiera pensar cómo lo estábamos llevando por dentro, como si cambiar el rumbo de tu vida pudiera hacerse de un día para otro.


Hoy por fin nos han reunido y nos han dicho que, al igual que el resto del equipo de testeo, tenemos la posibilidad de irnos voluntariamente a finales de junio, recibiendo nuestra indemnización, en vez de tener que esperar hasta octubre/noviembre como nos habían dicho hace tres semanas. Así que, por fin, son justos con nosotros y nos dan lo que nos merecíamos. Han rechazado cualquier otra clase de incentivos extra que nos pudiesen dar por quedarnos y, a cambio, nos dan la opción de irnos cuando queramos. Pues me parece muy bien y muy justo.

Después de conocer la noticia, le he empezado a dar vueltas a la cabeza, a qué es lo que quiero hacer, qué es lo que debo hacer, qué es lo que podría hacer... Y, a pesar de que tenía las ideas bastante claras sobre lo qué quería hacer, parecía que lo que debía hacer se mezclaba con lo que podría hacer, y el eco resonaba en mi cabeza, confundiéndome aún más de lo que estaba cuando aún no sabía ni qué iba a ser de mí.
¡Cállate! Nada, no me oye. ¡Cállate he dicho! Sigue sin oírme...

Así que, me había llegado el momento de listar las opciones con sus pros y sus contras. Pero, como buena mujer, esto sola no puedo hacerlo, así que tenía que consultarlo con mi compañero Pablito (que vaya dos estamos hechos, con los líos mentales que nos traemos de por medio).
Veamos.
a) Si me quedo en Eidos (que es la opción que menos me apetece) sería con la condición de que me ascendiesen de puesto (con la consecuente subida de sueldo) y me convirtiese en lead. Pero esto me traería bastantes dolores de cabeza, además de tenerme que chupar más horas extras que un tonto sin que nadie me dé ni las gracias. Además, la cantidad de dinero que podría ganar, con un poco de suerte, no se acercaría a lo que podría ganar con mi segunda opción.
b) Quedarme en casa haciendo traducciones. Suena chachi. Me levanto a la hora que quiero, me hago mis traducciones, me duermo mi siesta, me voy a dar un paseo si lo necesito... Yo soy mi jefa y trabajo cuanto quiera (o pueda). Me gusta, suena genial. Además, si consigo que los clientes me envíen muchas cosas, más unas cuantas interpretaciones que pueda hacer, me puedo sacar una pasta. Suena muy bien. Lo malo, que puedo tener menos buena suerte y comerme los mocos porque nadie me envía traducciones (o verme obligada a coger traducciones mal pagadas y currar como una loca y cobrar una mierda)... No suena bien... Veamos la tercera opción (porque siempre hay una tercera opción, ¿no?).
c) Buscar otro curro más bueno, más bonito y mucho más caro (uséase, que me dé mucho más dinero). Bueno, también suena bien, casi mejor que lo de las traducciones, porque significa estabilidad y esas cosas, y así sabría que seguro me entra cierta cantidad de libras al mes, sin agobios ni nada. Sólo tengo que ir a la oficina las horas que me digan, hacer lo que me digan y salir de la oficina cuando me digan, y rechistando lo menos posible... Mmmm, me empieza a gustar un poco menos. Porque lo que es seguro es que el cachondeo que me llevaba en Eidos no lo encontraré. Y aunque necesito (o creo que necesito) comunicarme con la gente mientras trabajo, no sé si podré resisitir trabajar en un sitio aburrido, con gente que no quiere bromear ni siquiera para romper el ambiente tenso y estresado de una oficina... Uy, ¿ves? Ya me gusta menos. Y pa encima, que tampoco es que sea taaaan fácil encontrar un curro de esos tan "buenos, bonitos, caros".

En fin, que estoy hecha un lío. ¡Pablooo! Help me! Ná, que casi le tengo que des-liar a él primero ;-) Hablo con Pablo, y él lo tiene clarísimo: "Curri, ¿para qué coño viniste a Londres? Para trabajar de traductora freelance, ¿no? Pues hala, ya sabes lo que hay que hacer". Dios, hasta suena bien. Si es que... tié razón. Tres años intentando conseguir tener suficientes traducciones como para dedicarme a ello, y ahora que tengo la oportunidad, me acojono. Siempre me pasa igual. Soy una valentorra para dar consejos que luego no me sé aplicar a mí misma. A veces pienso de dónde saqué el coraje para venirme a Londres con una mano detrás y una delante, así, con un par, sin casa ni curro ni nada...

Bueno, habrá que consultarlo con la almohada.
Buenas noches.
Curri

No hay comentarios:

Publicar un comentario