viernes, 10 de octubre de 2008

Hoy era mi regreso del viaje a Turquía, y después de la buena semana que había tenido, creo que me ha sentado aún peor. La empresa que me enviaba un flujo constante de traducciones ha decidido prescindir de mis servicios. Según argumentan, por la mala calidad de mis traducciones.
Me duele.
Me duele porque lo dejé todo por estar aquí, cada día, haciendo lo que he querido hacer en los últimos 10 años. Me duele por cómo ha sido todo. Me duele porque todos los dedos apuntaban hacia mí y ninguno se miraba el suyo. Me duele porque me acusaron de cosas que no eran culpa mía. Me duele porque he puesto mucho empeño, mucho tiempo, mucho estrés y mucho entusiasmo en ello. Me duele porque sentí que me insultaban cuando decía "esto no está escrito por un español" (cuando estas palabras provenían de un italiano). Me duele porque pareció todo un complot, seguramente una forma de reírse de la vida que nos da tantos golpes, una y otra vez... Me duele porque lo veía venir y no he podido hacer nada para evitarlo.

Diría que me duele porque ahora me veo como perdida, sin nada, justo ahora que necesitaba dinero... pero el dinero no da la felicidad. Hacer lo que te gusta sí. Y me han jodido, porque eso me gustaba, a pesar de las dificultades que aparecían día a día.
Me duele más por la inseguridad que ha creado en mí, un miedo al fracaso que casi tenía olvidado.

Así que, la aventura de buscar trabajo ha vuelto a mi vida, con la única diferencia de que, ahora, no tengo ese colchón de dinero que me daba seguridad. La aventura se ha convertido en búsqueda desesperada. Pero pocas veces me he rendido. Lloro, maldigo todo lo que me pasa, me seco las lágrimas, sonrío... y parece como si las fuerzas volviesen.

Y aquí estoy, preparada para seguir.
Un abrazo.
Curri

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