domingo, 12 de octubre de 2008

Viaje a Turquía

Después de 6 noches sin apenas dormir, mucho dinero gastado (no quiero ni mirar la cuenta), muchos sitios y monumentos visitados, muchas fotos sacadas (982)... ya estoy de vuelta. La experiencia ha sido genial.

Primero, estar en un país con una cultura diferente, un idioma diferente, unas costumbres distintas... Y ahí estábamos nosotros, un grupo de lo más variopinto, las chicas mostrando hombros y piernas sin reparo y los hombres en pantalones cortos y chanclas. Lo que primero nos llamó la atención fue que todo el mundo nos miraba. Mira a cada uno de nosotros, porque se nos veía muy diferentes a ellos: una danesa (rubia), una irlandesa (blanca piel y ojos claros), un hijo de caribeños (alto, negro y con gafas de sol en plan cool), un inglés hijo de india y afgano, un francés alto, un alemán con la piel graciosamente blanca y ojos azules, una galesa con ojos achinados... en fin, que la única más "parecida" a ellos era yo, y me confundían por una turca (algunas veces me hablaban en turco), pero que, claro, tenía demasiada piel al descubierto.

Nos chocaron los baños públicos en Bursa (la ciudad en la que estuvimos para la boda), ya que todos eran un agujero de cerámica en el suelo, con un grifo y un recipiente de plástico para echar agua al "inodoro". Sé que en Japón hay muchos, y en Francia, en algunos sitios también, pero yo nunca había visto ninguno, y menos aún me imaginaba que fuesen algo tan normal.

Lo gracioso del viaje fue ver como a Derren le paraban por la calle para hacerse fotos con él, como si de un famoso se tratara (¡con lo poco que le gusta ser el centro de atención!). Algunas madres le daban a sus hijos para que los cogiera y hacerse una foto, como si fuese un dios que transmitiese poderes o algo así. Algunos le preguntaban por su nombre o soltaban nombres de personalidades famosas: ¡Carl Lewis! ¡Denzel Washington! ¡Eddie Murphy!...

Por otro lado, la boda, mitad turca mitad "occidental". Nuestro grupo (los amigos del novio) fue el alma de la fiesta, los que hacíamos ruido, gritábamos y salíamos a hacer bailes chorras. Los amigos y familia de la novia nos retaban a la danza del vientre y ofrecían dinero al que lo hiciese bien. Y acabamos todos juntos bailando un intento de danza del vientre que parecía más bien alguien con agujetas intentando imitar a Shakira... en fin.
El problema del idioma fue mucho más grave en Bursa que en Estambul. Poca gente en Bursa entendía inglés (solo en comercios y algunos jóvenes) y hablando con señas a veces los confundía aún más. Pero más o menos nos apañamos. Yo intenté decir un par de cosas en su idioma (como por ejemplo, "la cuenta", o "cuánto dinero") pero parecía que no me entendían, así que acabamos usando el método "voy a gritar a ver si así me entiendes" :)

Si no habéis estado en Estambul, vale la pena ir. Tampoco diría que es la ciudad más maravillosa (algunas ciudades españolas le dan mil vueltas), pero tiene cosas curiosas, como estar en dos continentes diferentes sin cambiar de ciudad, o ver que la ciudad está partida en tres trozos de tierra, o ver las mezclas del pasado y del presente en el mismo sitio. Tranvías por la parte antigua de la ciudad y coches que se caen a trozos, edificios de un millar de años en el casco antiguo y torres de vidrio ultramodernas.


Más cosas. Los gatos y los perros callejeros están super bien cuidados. Al parecer, los restaurantes y tiendas se encargan de darles las sobras y a los perros los vacunan y les ponen una placa para que la gente sepan que no hay problema con ellos. Y la verdad es que es una maravilla ver a los animalitos acercarse a ti y que los puedas tocar sin miedo. Eso sí, son más listos que el hambre. En cuanto te ven que te sientas en un bar, ahí los tienes, maullando como si hiciese meses que no comen. Y te apiadas de ellos y les das un trozo de tu carne y te pide más, y le das otro trozo... y luego sale el dueño del bar y se va a una esquina y ves como le pone en un platito comida... y te quedas con una cara de bobo. Los gatos te engañan. En Turquía, en España y en tó el mundo. Pero seguimos siendo tontos y los creemos, jajaja.
Ah bueno, y por último, el tráfico. ¡La carretera es la selva! ¿Los intermitentes? ¿Pa qué? Yo me voy metiendo así poquito a poquito y ya me dejarán pasar. Los taxis, a velocidades impresionantes por calles peatonales. Yo creía que los taxistas en España eran caraduras y tenían coches que solo les faltaban alas para volar. Pero, amigo, en Turquía los autobuses hacen maniobras en la autopista. Estás en un autobús con 50 personas más, y en medio de la autopista ves gente en el arcén de la carretera levantando la mano... el autobús se para y ellos suben. Sí, en medio de la autopista. Y si vives a las afueras de la ciudad, cerca de la autopista, pues simplemente le dices al conductor que se pare... ¡¡y se para!! ¿No es genial? En serio, lo flipé, porque a nososotrs siempre nos han enseñado lo peligrosísimo que es pararse en una autopista y bueno, de hecho está prohibido caminar por la autopista. Pero ahí se ve que no (o si lo está, la gente no le hace mucho caso).
Me parece algo increíble, en serio, en el buen sentido. Me encantó ver las diferencias entre nuestra cultura y la suya, cosas que para nosotros serían impensables, para ellos son el pan de cada día. Y visitar un país tan diferente te ayuda a abrir la mente. Y creo que a muchos españoles le vendría bien algo así.
No sé si me dejo algo en el tintero, pero bueno, siempre puedo volver y añadirlo.
Un abrazo,
Curri

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