viernes, 26 de noviembre de 2004

La p*** cuenta corriente

La verdad es que no me ha pasado mucho esta semana. Trabajo y poco más así que sea interesante.

Llevo más de un mes, yendo de banco en banco e intentando abrir una cuenta y no puedo. La razón: necesito una prueba de domicilio y una prueba de identidad. La prueba de identidad está bien, porque con el pasaporte me vale. Pero la de domicilio, necesito una factura a mi nombre con la dirección en la que vivo. Pero claro, yo solo alquilo una habitación, no tengo ninguna factura a mi nombre, y no creo que pueda poner a mi nombre la electricidad de mi casera, porque, al fin y al cabo, la casa es suya. Así que, así estoy, dando vueltas como una boba. Les pedí si valía una factura de recepción de un paquete (al fina y al cabo, tiene mi nombre y la dirección en la que estoy), pero me dijeron que no, que tenía que ser una factura. Pero lo jodido de este país es que, para tener una factura necesitas... UNA CUENTA CORRIENTE. ¡Genial!, ¿verdad? Pues sí, la lógica no sé dónde la tendrán pero mucha no es. Intenté mirar a ver si, haciéndome un contrato de móvil, con mi dirección y esas cosas, me servía. pero tampoco. Porque para abrirte un contrato con el móvil necesitas... UNA CUENTA CORRIENTE. Bueno, sigamos intentándolo. Podría conseguir una prueba de domicilio si consigo el National Insurance Number (es decir, el número de Seguridad Social, por el que el gobierno te cobra los impuestos, o CIF). Pero para tener uno, necesitas tener un trabajo con contrato (cosa que no tengo), y lo primero que te piden cuando vas a una entrevista de trabajo es si tienes... UNA CUENTA CORRIENTE.

Así que esto es el puto pez que se muerde la cola (el muy idiota). Para ver si podíamos aprovecharnos de que hay una Banca March aquí en Londres, mi hermana intentó contactar con la sucursal, para ver si, yendo ahí y por ser hermana de empleada del banco y, además, tener una cuenta ya abierta (bueno, tengo tres), me pueden abrir una cuenta en Londres y, de ahí, ya todo va bien. Así que fui a ver al "contacto" para hablar. Me dijo que, seguramente, no habría problema, pero que aún así le tendría que llevar algo en donde pusiese la dirección donde vivo. Bueno, le dije que estaba esperando un paquete desde España y que le podría entregar el comprobante como prueba. "Me vale", dijo. Y me empezó a abrir la cuenta y dejamos pendiente que me acercase otro día para darle el comprobante como prueba. Le di las gracias y me fui.

Había conseguido contactar con Raúl, el vecino de toda la vida donde vivía mi madre antes de mudarse y quedé con él para charlar un rato, así que fui justo después de lo del banco. Me dijo que trabajaba en el Café Nero, y ahora estaba de gerente de la tienda... Y digo yo, ¿y por qué no encuentro yo curros así? La verdad es que estaba... muy cambiado. Vale, que han pasado muchos años y la última vez que lo ví, tendría como 14 años, y lloraba por todo (sobre todo, porque le hacíamos fastidiar) pero esque ahora... ¡si tiene hasta voz de hombre y todo! Me quedé muy sorprendida, la verdad. Los ojos los tiene tan azules como siempre, pero el resto... el pelillo ese rubillo que tenía... ná; ahora negro, negro como er xoxo de la Mari. Y luego, bueno, alto (tampoco enorme) y eso sí, tiene una sonrisa de cultivador. Ya le veo yo, a sus 19 años en la universidad... todas las niñas esas de papá, loquitas las debía tener, jejeje. En fin, a lo que iba. Pues estuvmos hablando. Me dijo que ya estaba harto de eso, que llevaba 3 años y como no podía conseguir curro de algo que le supusiese el comienzo de su carrera, o algo sobr elo suyo (hizo piloto), pues que seguramente se volvería para España. Me contó que tenía novia (curiosamente una antigua compañera de su clase, a la que no había visto en años, y que se la encontró en Londres de nuevo) y que era el mejor guardián de su hermana, que al parecer está hecha un florero de guapa que está. Y no mucho más. Él tenía que volver al trabajo así que me fui para casa.

Al final, después de tanto rollo, decidí que no me quedaba las Navidades en Londres ni de coña. Y me fui a la biblioteca a ver si podía conseguir billete para Canarias, para ir a ver a mi hermana Amaya. Mi hermana está embarazada (y mucho) y sale de cuentas por el 18-25 de diciembre. Y la nena que nacerá será mi ahijada. Desde que tenía poco más de 10 años, siempre le decía a mi hermana: "Amaya, cuando seas mayor y tengas hijos, quiero que tengas una niña con el pelo rizado como el tuyo". Y así, una y otra vez. Amaya ya tiene un hijo, Álex, que tiene 2 años y medio (y el pelo tan liso que se le queda así tieso pa' arriba). Así que, como el primero no pudo ser, me dijo mi hermana que nos esperábamos al segundo, por si acaso era una niña. Y que si salía niña, yo sería la madrina. Y que si salía niño, yo sería la madrina de todas formas porque no pensaba tener más. Así que, de momento, es una niña. Ahora habrá que esperar a ver cómo tiene el pelo ;-P
Así que, me puse a buscar billete. Y encontré uno por 125 libras (unos 160 euros) para irme a Canarias, casi un mes (vamos, las mejores vacaciones que puedo hacer... y me las merezco, porque con el restaurante, estoy demacradísima). Me voy el 16 de diciembre y espero de verdad que la niña me espere, para que la pueda ver nacer. Oh, eso sí que será precioso. O, al menos, verla con pocos minutos después de haber nacido. Qué ganas tengo...

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