Echo de menos el sonido del mar, el olor del mar, el tacto del mar, el sonido de las olas al romper en la orilla. Echo de menos el calor del sol sobre mi piel y la caricia de una brisa que refresca el calor adquirido tras horas bajo el sol. Echo de menos observar a los niños jugar en la playa, con sus castillos de arena, llevando agua para rellenar el hueco de seguridad donde se esconde el dragón que protege el castillo. Echo de menos pasear por la arena, sentir que mis pies se hunden para luego volver a salir. Echo de menos quedarme en la orilla del mar y notar cómo las olas, una a una, van lavándome los pies y van haciendo un hueco alrededor que, al poco rato, acabará siendo como una pequeña isla en medio de la ribera.
Echo de menos tomarme una cerveza en una terraza bajo el calor veraniego y observar la gente pasar, ir y volver, y volver a pasar. Echo de menos el bullicio de las calles españolas, mercados comarcales y mercados de comida. Echo de menos escuchar español por las calles, o catalán, o mallorquín... Echo de menos entrar en una tienda, en un restaurante, y que el dueño te reconozca y pregunte por la familia.
Echo de menos Barcelona, echo de menos Palma, ese olor de ciudad marítima, esa sensación de saber que, allí mismo, el mar te espera para que lo toques. Echo de menos hablar con los amigos que allí dejé cuando me vine a esta tierra en busca de nuevas oportunidades. Echo de menos reírme con ellos, bromear, abrazarme y saber que me necesitan. Echo de menos ir a la playa con ellos, ir de excursión, organizar fiestas...
Echo de menos ver las estrellas cada vez que entro en casa. Echo de menos el canto de los grillos en una noche de verano, o el las chicharras refrescándose durante el cálido día estival.
Echo de menos tener tiempo para leer, para dejar volar mi imaginación y volar a mundos maravillosos, imposibles o utópicos. Echo de menos escribir sobre lo que siento, escribir sobre lo que me gustaría y lo que no, escribir simplemente por el placer de escribir, de contar, de transmitir y, sobre todo, de que otra persona lo lea.
Echo de menos sentirme eternamente querida, sentir que soy alguien muy especial para otro alguien, que soy un punto de referencia y apoyo, la persona a quien muchos acuden ante cualquier problema. Echo de menos sentirme que soy única, que soy la mejor, que no hay otra como yo.