Aunque parezca mentira, parece que mi cuerpo se siente inversamente proporcional al tiempo libre que tiene. Cuando estoy ocupada hasta las tetas (por así decirlo), no paro de hacer cosas. Ahora llevo como tres semanas en las que apenas me entra trabajo seguido, y parece que esta especie de latencia perpetua me impide hacer todas esas cosas que quería hacer hace un mes cuando no podía ni descansar cinco minutos. Similar es la sensación que tengo cuando me dan un trabajo cortito, que sé que puedo hacer en una hora o dos, como mucho, pero me dan un plazo de uno o dos días... Parece que no consigo concentrarme y, al final, acabo siempre en el último momento, corriendo, tecleando sin parar, hasta que la traducción está finalizada. Por supuesto, antes del plazo de entrega, pero no sin el estrés que conlleva saber que, de nuevo, lo he dejado todo para el final.
"Doctor, ¿es grave?"
Imagino que lo será dependiendo de cuál sea la causa. Sé que me distraigo fácilmente, sobre todo si estoy aburrida. En el cole, siempre me llamaban la atención por hablar, aunque la mayoría de las veces coincidía porque me pillaban empezando a hablar justo cuando la clase entera decidía que ya no había nada más que decir, y se callaban. Gracias a dios, compensaba los negativos que me ponían con buenas notas, y siempre acababan quitándomelos. Pero creo que siempre he encontrado difícil estar sentada y empollar, aunque siempre me salía con la mía (por cabezonería, más que por otra cosa).
Siento que me ocurre lo mismo ahora con el trabajo. Si me aburro, me deja de gustar lo que esté haciendo (aunque sea no hacer nada, lo que suele ser la causa mayor de mi aburrimiento), y empiezo a distraerme. Y no basta con que mi Curri-buena le eche la bronca a la Curri-mala, simplemente porque la Curri-mala es muy mala, y muy cabezota, y está siempre jodiendo la marrana. ¿Alguien más tiene un Yo-malo que no le deja en paz?
Pues así he estado un mes, peleándome con mi Curri-mala, porque yo quiero hacer montones de cosas que no podía hacer hace un mes por falta de tiempo, y ella no me deja. Tengo que continuar empezando a preparar la ponencia en Barcelona (sí, dije «continuar empezando a preparar», porque empecé el otro día, pero ahí lo he dejado, en un empiece). Tengo que ir a ver al contable para que me haga la declaración de la renta, que me veo ya, como el año pasado, yendo cuatro días antes del fin del plazo. Lo sé, no está bien. Tengo que hacer lo del curso de fotografía, que se me está atragantando por no poder entender qué coños quieren que haga con la tarjetita gris para equilibrar el balance de blancos, porque me he leído las instrucciones tres veces, y no lo entiendo. Tampoco me tengo que olvidar de crear una entrada nueva para ambos blogs de localización (¿o debería decir, correctamente, bitácoras de localización), que ya tiene tela (¿quién me ha mandado a mí meterme en esos berenjenales? Al menos espero que sirva para algo). Por no hablar de que aún me queda mucho para conseguir poner al día este blog, y con ello no me refiero a esta entrada que estoy escribiendo, sino los cuatro primeros años que tengo abandonados en diarios y correos electrónicos y que, por supuesto, también quiero compartir.
Pero aún se me han añadido más cosas, no os creáis que esto se acaba aquí. Empezando por la lista de prendas que tengo por coser (lo dejo para luego, y así estoy, con agujeros por todos lados, ja, ja, ja), la búsqueda de piso nuevo, que el dueño nos ha dicho que en abril vende el piso, o la búsqueda de hoteles en Barcelona para los dos viajes que me echaré y hotel en Nueva York, que por fin voy a poder cumplir uno de mis sueños.
¿Que os parece poco? Anda y que os den :) Encima, el tiempo que estamos teniendo me quita las ganas de hacer nada. Al menos, si fuese soleado, me animaría a hacerlo todo rápido para poder salir de casa antes, pero entre que está nublado y que, a las 4, ya es de noche, tampoco tengo ganas de eso.
Voy a ver si ahora que me he descargado, consigo concentrarme.
Besos.