Supongo que ya tocaba uno de esos escritos un poco argumentativos, en los que habrá gente a mi favor, otros en contra y otros poniendo paz entre ambos, pero me apetece hablar sobre fútbol y sobre la hazaña conseguida ayer por el Barça. Aunque moleste a algunos seguidores del fútbol.
Y es que ayer, tras 93 minutos de tensión histérica, morderme las uñas, gritar, quejarme, y estar a punto de llorar de rabia, el Barça consiguió ganar al Chelsea y pasar a la final de la Liga de campeones. Un partido lleno de intentos y fracasos, de faltas que no eran y faltas que eran ignoradas (para ambos equipos). Pero, ante todo, mucho lloriqueo por parte del Chelsea, un equipo que, últimamente, está haciendo más por conseguir un Óscar al mejor equipo de interpretación teatral que no cualquier premio relacionado con el fútbol.
Así que, después de haber visto hace cuatro años, cómo el Chelsea se salió con la suya en la misma semifinal, a base de comprar al árbitro, digo yo (por la cantidad de faltas recibidas por el Barça sin que el árbitro se molestase a pitar), había llegado el momento de nuestra venganza. Y se la íbamos a servir fría. 90 minutos de sufrimiento y lo único que quería hacer era irme a casa para no ver lo que ocurría, para encontrarme solo con el resultado y dejar de sufrir... Me había traído la banderá y la dejé en el bolso porque tras 5 minutos de tenerla en la mano, el Chelsea marcó el gol. Y ya no sé si es coincidencia o gafismo, pero siemrpe que llevo puesto algo del Barça al ver un partido, pasa algo malo. Así que, entre unas cosas y otras, notaba que la tensión se hacía cada vez mayor, hasta tal punto que, ni siquiera cuando marcaron el gol de la victoria, pude creérmelo... Sentía como si estuviese en una nube... Como si el mundo avanzase lentamente... Fueron los gritos de la otra gente los que me despertaron de mi letargo y me hicieron chillar para celebrarlo.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLL!!!!!!!!!!!!!!
Ya sabéis, esas cosas que se dicen y se hacen cuando la emoción puede con cada gota de sangre que llevas dentro. Snetía algo entre alegrí y ganas de llorar. Quería abrazar a todo el mundo y, sobre todo, quería abrazar a Iniesta que, para algo, había marcado el gol. La lástima es que él estuviera en la tele y no a mi lado.
Y bueno, ya veremos qué pasa en la final. A diferencia de hace dos años, en que el Barça derrotó al Arsenal, esta vez no auguro gran cosa. Pero yo estoy feliz. Me conformaba con derrotar al Chelsea y quitar esa espinita que se nos quedó a todos los seguidores del equipo hace 4 años cuando vimos cómo nos robaban el partido.
Força Barça!
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